
A través de su página en internet Diario UNO hizo un sondeo a 1.636 personas, a quienes se les preguntó ¿en quién confían más?
El 45% respondió que en sus padres. El 28% se inclinó por dejar a su pareja en el rol del confidente. El 12% confesó que a los hermanos y familiares se les puede contar cualquier cosa. El 11% destacó la complicidad con los amigos, y 4% manifestó que se desahoga con el psicólogo.
A grandes rasgos el 57% de las preferencias (los padres, los hermanos u otros familiares) se las lleva el núcleo más cercano y sanguíneo. Pero ese núcleo sube a más del 80% si allí se incluye a la pareja.
Popularmente eso tendría asidero en el dicho de que “no hay que confiar en extraños”.
El psicólogo Juan Carlos D’Innocenzo desglosó la encuesta realizada por Diario UNO para interpretar por qué un padre es confiable, y si ello acaso tiene relación con la edad o la intimidad de los temas.
Por qué se confía
–¿Qué situaciones se les confían a un padre, amigo o pareja?
-Depende de la intimidad del tema. Seguramente si una joven se inicia sexualmente le contará a una amiga o quizás a la madre, siendo menos común que se lo diga a un padre. Y hay otros aspectos que sólo se comparten con un religioso.
–¿Qué incide en que se confíe más en un individuo que en otro?
–Se confía en la familia porque es la única que entrega un amor incondicional. Asimismo, para que otros ocupen ese rol debe existir reciprocidad. Alguien confiable entiende los sentimientos del otro, no lo juzga, reprocha, ni rechaza.
–¿Cuál es el perfil de alguien confiable?
–Es, como se dice, de buena madera. Un sujeto noble, de valores firmes. Lo importante es que se ganen la confianza a través de hechos y actitudes, y no sólo palabras.
–¿Y la personalidad de quien desea compartir su privacidad?
–Suelen ser extrovertidos y muy seguros de sí mismos. Al contrario, quienes se guardan sus penurias o alegrías, es gente que se sume en la soledad. Por ejemplo, hay quienes se llevan los secretos a la tumba. Eso provoca dolor y lo inhibe de compartir, al punto de sufrir un estado perturbado como la depresión.
–También están los que abusan de la fe de otros.
–Paradójicamente, la traición viene de alguien a quien quieres y estimas. Si es alguien extraño el que te juega chueco, se le llama estafa.
–Otros son la excepción a la regla y confían en desconocidos, por ejemplo a través del chat...
–En ocasiones un desconocido puede ser un confidente y se sabe de antemano que no te va a criticar. En el ciberespacio sucede que la comunicación indirecta te hace espontáneo, chistoso. Pero ojo que eso debilita la relación interpersonal, que nunca debe perderse. Además, por internet son conocidos los casos de fraudes económicos.
–¿En la actualidad hay más desconfianza?
–La sociedad te ha enseñado a no prestarle plata a un desconocido. No obstante, hay un aspecto más: la relación de pareja. Hay mujeres que no le cuentan al esposo cómo ganaron el dinero, y eso es porque hoy prevalece la igual de oportunidades, la competencia y un querer superar la noción de la sumisión femenina. Lo ideal sería algo democrático y más abierto al diálogo. / Laura Fernández

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