jueves, 16 de abril de 2009

El 56,6% se uniría otra vez a su pareja


Ese resultado reflejó la encuesta de la versión digital. Los internautas, viajando hacia atrás en el tiempo, debían decir si apostaban de nuevo por su compañero.

Informe: Cecilia Amadeo

Más de la mitad de los lectores que participaron en la encuesta semanal de la versión digital de UNO si pudieran retroceder el tiempo volverían a apostar al amor, o al menos, a su propio “peor es nada”.

De los 3.685 que respondieron a la pregunta: “Si pudieras volver el tiempo atrás, ¿te casarías/juntarías de nuevo con tu pareja actual?”, el 56,66% aseguró que sí (2.088 votos) mientras que el 43,34% se manifestó en contra (1.597 votos).

Según el psicólogo Juan Carlos D’Innocenzo, lo “interesante” sería poder saber cuáles son los motivos por los que la gente decide reelegir a su compañero/a y cuáles las razones por las que se fantasea con no repetir la experiencia.

“A la hora de establecer un vínculo, ya sea al juntarse o al casarse, con un proyecto futuro y de estabilidad, se establece un contrato, a veces más o menos implícito y otras veces más o menos explícito. La ‘letra chica’ que no está escrita o no se lee al principio empieza a aparecer después en la convivencia. Se hace necesario, entonces, establecer nuevos contratos conyugales”, explica el especialista.

La manera más tradicional de rubricar ese contrato es el matrimonio civil. Durante el año pasado, el Registro Civil de Mendoza contabilizó en todas sus oficinas, incluida la móvil, 7.015 uniones, 6% menos que en 2007, cuando los “sí, acepto” llegaron a 7.469.

Por primera vez en cinco años cayó el número de uniones civiles, ya que desde 2003 y hasta 2007 venía creciendo de manera sostenida (6.697 en aquel año y 7.469 en éste).

Por otra parte, según el censo de 2001, en Mendoza hay 476.961 personas casadas y 94.478 ligadas por unión consensual, es decir conviviendo “en aparente matrimonio”, tal como rezan los certificados de convivencia que expide el Registro Civil.

Más allá del método elegido para consolidar la pareja, lo cierto es que el concepto de casarse “para toda la vida” ha cambiado, y mucho.

Al respecto, D’Innocenzo cita al sociólogo alemán Zygmunt Bauman, autor del best seller El amor líquido, quien relaciona algunas propiedades de la modernidad con la palabra “sólido” y para referirse al tiempo actual prefiere la palabra “líquido”, para dar esa idea de agua que se escabulle entre las manos.

“En ése y otros libros similares se habla de la vulnerabilidad y la fuerte tendencia a la inestabilidad que vivimos por estos días. La vida conyugal es una empresa difícil para todo el mundo. Hay gente que le pone más empeño, esfuerzo y dedicación porque lo que surge al principio es un estado amoroso, de enamoramiento ideal, que después va cediendo paso a las dificultades de la convivencia cotidiana”.


Amor y crisis
En momentos de incertidumbre como los que vivimos como consecuencia de esta crisis internacional, ¿cabe pensar que muchos volverían a elegir a su pareja por cuestiones de seguridad afectiva, por hacer “nido” y quedarse ahí hasta que pase el temporal?
El psicólogo explica que “es obvio que las circunstancias sociales y las crisis afectan a la pareja, pero según cómo esté. Si la pareja está bien instalada, se genera cohesión. En cambio, si las circunstancias externas son adversas y la pareja está mal, se genera dispersión”.

Autocrítica

Prácticamente cuatro de cada diez personas que participaron en la encuesta semanal de la versión digital de UNO afirmaron que si pudieran volver el tiempo atrás no volverían a casarse, o juntarse, según el caso, con su pareja actual.

El licenciado en Psicología Juan Carlos D’Innocenzo ve en las personas que no repetirían la experiencia la oportunidad para reflexionar.

“Al que respondió que no le aconsejaría reconsiderar, revisar en primer lugar por qué eligió a su pareja. Luego, ver cuáles de esas condiciones no se están cumpliendo, qué cosas se tendrían que arreglar para volverla a elegir”.

Y agregó: “Cuando atiendo parejas siempre les digo que debemos partir de la premisa o el prejuicio de que cuando algo anda mal hay 50porciento y 50porciento de responsabilidad. Excepcionalmente, podemos negociar 40porciento y 60porciento. Pero lo que hay solucionar es el problema que pueda existir con el vínculo, para así salir a flote”.

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