
Lo reveló el 32% de los lectores. Tramitar en oficinas públicas y hacer fila también ponen los nervios de punta.
Salir a la calle, en lugar de causar una sensación de libertad, puede ser la experiencia más irritante del día. Así opinaron 1.782 lectores de la versión digital de Diario UNO, quienes confesaron que al manejar el auto o hacer un trámite se les hace difícil mantener la calma y evitar una reacción violenta.
A ellos se les preguntó en qué ámbito suelen reaccionar con violencia.
El tránsito fue considerado el ámbito que saca más canas verdes, con el 32% de las opiniones. Siguiéndoles los pasos, las oficinas públicas se llevaron el 22% de los reproches.
Una reacción más moderada causa esperar en una cola, según el 12% de los encuestados. Mientras que el 11% es “bipolar” en el hogar, el 10% no logra contar hasta diez en el trabajo, el 5% se molesta en un hospital, el 2% en el ámbito educativo, en tanto que el 2% se olvida de que en un espectáculo artístico o deportivo debe disfrutar y no ponerse a pelear, ni siquiera con el árbitro.
Así, el 85% es propenso a discutir ofuscadamente en la calle. Y por si no fuera suficiente, la pelea sigue después en la casa.
Nerviosos al volante
En un estudio hecho por la Asociación Civil Luchemos por la Vida, se les preguntó a los conductores si se manejan en la calle agresivamente.
El 53% confesó que gesticula o insulta a otro automovilista porque le molestan sus maniobras, mientras el 42% responde con otro improperio.
Además, el 42% toca la bocina cuando alguien lo inoportuna y el 34% olvida darle la prioridad al transeúnte en una senda peatonal o en una esquina sin semáforo.
Ya en los niveles más exacerbados, el 9% de las personas admitió haberse “ido a las manos” por un traspié automovilístico.
La directora de Vías y Medios de Transporte, Estela Yubatti, comentó que en psicología a esto se le llama “síndrome del automovilista”.
“Cuando subimos a un coche todos nos transformamos, hasta los más calmos, y nos olvidamos de los peligros que esto implica. Y es algo que ni un semáforo puede solucionar. Se trata de respeto”, puntualizó.
Para mantener la calma, la funcionaria compartió una receta: “Cuando manejo, si veo a una mujer intentando cruzar la calle, pienso que podría ser mi madre y le cedo el paso. Lo mismo cuando veo a un chico en moto, imagino a mi hijo. La clave está en frenar, no tirarle el auto encima y ponerse en el lugar del otro”.
Paciencia con la administración
El 22% de los encuestados por UNO manifestaron que otro sitio que hace perder el equilibrio es realizar trámites en oficinas públicas.
Yubatti opinó que, en lo que respecta a su área, algunos pedidos tienen un trasfondo legal que merecen análisis. Por ende las respuestas se demoran.
Pero eso es difícil de entender para alguien que no se conforma con esperar.
Por eso, el gobernador Celso Jaque ya anunció que en abril lanzará una escuela de capacitación para los cerca de 70 mil empleados, entre docentes, de Salud y administrativos, a quienes se les inculcará optimizar la calidad de la atención al público.
A ellos se les preguntó en qué ámbito suelen reaccionar con violencia.
El tránsito fue considerado el ámbito que saca más canas verdes, con el 32% de las opiniones. Siguiéndoles los pasos, las oficinas públicas se llevaron el 22% de los reproches.
Una reacción más moderada causa esperar en una cola, según el 12% de los encuestados. Mientras que el 11% es “bipolar” en el hogar, el 10% no logra contar hasta diez en el trabajo, el 5% se molesta en un hospital, el 2% en el ámbito educativo, en tanto que el 2% se olvida de que en un espectáculo artístico o deportivo debe disfrutar y no ponerse a pelear, ni siquiera con el árbitro.
Así, el 85% es propenso a discutir ofuscadamente en la calle. Y por si no fuera suficiente, la pelea sigue después en la casa.
Nerviosos al volante
En un estudio hecho por la Asociación Civil Luchemos por la Vida, se les preguntó a los conductores si se manejan en la calle agresivamente.
El 53% confesó que gesticula o insulta a otro automovilista porque le molestan sus maniobras, mientras el 42% responde con otro improperio.
Además, el 42% toca la bocina cuando alguien lo inoportuna y el 34% olvida darle la prioridad al transeúnte en una senda peatonal o en una esquina sin semáforo.
Ya en los niveles más exacerbados, el 9% de las personas admitió haberse “ido a las manos” por un traspié automovilístico.
La directora de Vías y Medios de Transporte, Estela Yubatti, comentó que en psicología a esto se le llama “síndrome del automovilista”.
“Cuando subimos a un coche todos nos transformamos, hasta los más calmos, y nos olvidamos de los peligros que esto implica. Y es algo que ni un semáforo puede solucionar. Se trata de respeto”, puntualizó.
Para mantener la calma, la funcionaria compartió una receta: “Cuando manejo, si veo a una mujer intentando cruzar la calle, pienso que podría ser mi madre y le cedo el paso. Lo mismo cuando veo a un chico en moto, imagino a mi hijo. La clave está en frenar, no tirarle el auto encima y ponerse en el lugar del otro”.
Paciencia con la administración
El 22% de los encuestados por UNO manifestaron que otro sitio que hace perder el equilibrio es realizar trámites en oficinas públicas.
Yubatti opinó que, en lo que respecta a su área, algunos pedidos tienen un trasfondo legal que merecen análisis. Por ende las respuestas se demoran.
Pero eso es difícil de entender para alguien que no se conforma con esperar.
Por eso, el gobernador Celso Jaque ya anunció que en abril lanzará una escuela de capacitación para los cerca de 70 mil empleados, entre docentes, de Salud y administrativos, a quienes se les inculcará optimizar la calidad de la atención al público.


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