
Estas conductas sociales quedaron reflejadas en una encuesta de UNO digital. Participaron casi 2.000 lectores. Es clave saber adaptarse a los cambios.
En un sondeo de la versión digital de Diario UNO, en el cual participaron 1.924 lectores, se les preguntó si los mendocinos son “cerrados”. Por amplia mayoría, el 94% contestó que sí, con algunas excepciones. Pero, atención, que según el sociólogo Enrique Bollati es un fenómeno que debe verse con una connotación positiva.
Desglosando la encuesta, el 56% contestó que se consideran una sociedad totalmente obtusa de mente. El 36% dijo que a veces son pacíficos y en ocasiones tolerantes. Sólo el 8% aseguró sentirse, en la jerga en inglés, como “open mind”. (mente abierta)
El especialista en estos quehaceres sociales argumentó que ser “cerrado” se asocia a que el mendocino es conservador y montañés... “montañés las pelotas –expresó riendo–, si somos del monte. Más bien hay que hablar de individuos de costumbres laicas que les dan mucha importancia al núcleo familiar y a las tradiciones. Esto es positivo cuando existe una gota de permeabilidad de adaptarse a situaciones”.
En sociología se habla de que si una comunidad no se adapta al cambio termina siendo absorbida por el grupo más dinámico. Asimismo, una sociedad completamente abierta, sin una inercia cultural, no existe.
“Hay localidades más propensas a los cambios, por su condición cosmopolita. La zonas rurales suelen ser más conservadoras. Cada cual debe evaluar qué prefiere. Desde ya, los cambios permanentes causan estrés, mientras que si algo es predecible brinda estabilidad”.
Un ejemplo que compartió el sociólogo es que los mendocinos sufren modificaciones permanentes en lo laboral. “En los últimos 20 años, un tercio quedó fuera del sistema productivo, el 50% tiene empleos en negro. La precarización del trabajo nos tiene angustiados. Los cambios de un mundo globalizado provocan incertidumbre, y eso explica que la estabilidad se compense en otros aspectos, como ser conservadores en las relaciones interpersonales”, explicó.
Para entender el conservadurismo, Bollati graficó situaciones cotidianas, como que “las casas más caras están tapadas, mientras que en otras provincias se exhiben. Además, somos caballeros en política, se respeta al adversario. Mientras, en la fraternidad somos celosos con compartir nuestros amigos o dejar que alguien entre a un grupo”.
¿En qué se nota?
Para el director de teatro Ernesto Suárez, hay quienes tienen ganas de reírse en público cuando asisten a una obra pero los inhibe la mirada seria del resto.
“Hay países con más desenfado; sin embargo, no estamos tan mal porque en los últimos 10 años logramos que haya desnudos en escena, y en Holanda hay xenofobia”, puntualizó.
El padre Sergio Buenanueva coincidió con que los mendocinos están bien encaminados.
“En un primer acercamiento se suele ser distante. No obstante, con confianza se desarrollan importantes lazos de amistad y tolerancia. En las agrupaciones cristianas
hay una apertura a la espiritualidad. Los únicos que no se suman son los individualistas”, opinó.
Gabriel Canci agregó un aspecto más: “La sociedad no es ‘cerrada’, sino ‘cartucha’, pues somos abiertos, pero hay quienes no les gusta que conozcan sus pensamientos, entonces disfrazan su identidad emocional. En esto hay matrimonios que permanecen juntos, por el tabú a separarse, e incurren en la infidelidad. Es una cuestión de no tenerle miedo al qué dirán”. / Laura Fernández (UNO)
Desglosando la encuesta, el 56% contestó que se consideran una sociedad totalmente obtusa de mente. El 36% dijo que a veces son pacíficos y en ocasiones tolerantes. Sólo el 8% aseguró sentirse, en la jerga en inglés, como “open mind”. (mente abierta)
El especialista en estos quehaceres sociales argumentó que ser “cerrado” se asocia a que el mendocino es conservador y montañés... “montañés las pelotas –expresó riendo–, si somos del monte. Más bien hay que hablar de individuos de costumbres laicas que les dan mucha importancia al núcleo familiar y a las tradiciones. Esto es positivo cuando existe una gota de permeabilidad de adaptarse a situaciones”.
En sociología se habla de que si una comunidad no se adapta al cambio termina siendo absorbida por el grupo más dinámico. Asimismo, una sociedad completamente abierta, sin una inercia cultural, no existe.
“Hay localidades más propensas a los cambios, por su condición cosmopolita. La zonas rurales suelen ser más conservadoras. Cada cual debe evaluar qué prefiere. Desde ya, los cambios permanentes causan estrés, mientras que si algo es predecible brinda estabilidad”.
Un ejemplo que compartió el sociólogo es que los mendocinos sufren modificaciones permanentes en lo laboral. “En los últimos 20 años, un tercio quedó fuera del sistema productivo, el 50% tiene empleos en negro. La precarización del trabajo nos tiene angustiados. Los cambios de un mundo globalizado provocan incertidumbre, y eso explica que la estabilidad se compense en otros aspectos, como ser conservadores en las relaciones interpersonales”, explicó.
Para entender el conservadurismo, Bollati graficó situaciones cotidianas, como que “las casas más caras están tapadas, mientras que en otras provincias se exhiben. Además, somos caballeros en política, se respeta al adversario. Mientras, en la fraternidad somos celosos con compartir nuestros amigos o dejar que alguien entre a un grupo”.
¿En qué se nota?
Para el director de teatro Ernesto Suárez, hay quienes tienen ganas de reírse en público cuando asisten a una obra pero los inhibe la mirada seria del resto.
“Hay países con más desenfado; sin embargo, no estamos tan mal porque en los últimos 10 años logramos que haya desnudos en escena, y en Holanda hay xenofobia”, puntualizó.
El padre Sergio Buenanueva coincidió con que los mendocinos están bien encaminados.
“En un primer acercamiento se suele ser distante. No obstante, con confianza se desarrollan importantes lazos de amistad y tolerancia. En las agrupaciones cristianas
hay una apertura a la espiritualidad. Los únicos que no se suman son los individualistas”, opinó.
Gabriel Canci agregó un aspecto más: “La sociedad no es ‘cerrada’, sino ‘cartucha’, pues somos abiertos, pero hay quienes no les gusta que conozcan sus pensamientos, entonces disfrazan su identidad emocional. En esto hay matrimonios que permanecen juntos, por el tabú a separarse, e incurren en la infidelidad. Es una cuestión de no tenerle miedo al qué dirán”. / Laura Fernández (UNO)

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