miércoles, 11 de junio de 2008

El 56% en Mendoza aceptaría cobrar en el Estado sin trabajar


La versión digital de UNO sondeó a 1.553 lectores. En Ética, esta actitud desemboca en falta de identidad, nula vocación y empleados amargados.

A través de la versión digital de Diario UNO, se les preguntó a los lectores si aceptarían un empleo público donde se cobre sin trabajar. Ganó el “sí”, lo que visualiza una sociedad sin proyectos, sin vocación, materialista, sin identidad y escéptica que, al no creer en un ideal, fácilmente puede dejarse conquistar por la corrupción.

Así lo evaluó la profesora de Ética de Ciencias de la Educación de la UNCuyo Alicia Frassón.

Esta pregunta sacó a relucir qué entienden los mendocinos por trabajo.

La profesional explicó que al primar el valor dinero muchas veces se opta por una profesión que tradicionalmente es mejor remunerada que otras, que el mercado demande o sea corta. Una actividad así se desarrolla sin pasión, procurando que las horas pasen lo más rápido y cómodamente posible. En consecuencia, hay gente frustrada, el quehacer no se toma como algo por lo cual vivir y, en definitiva, el único granito que cada uno puede aportar para mejorar la sociedad no se aprovecha.

“Cuando trabajo me vinculo socialmente; entonces, si obro bien contribuyo a mejorar el entorno. El empleo es un modo personal de realizarnos. Es mi identidad, lo que he hecho a lo largo de los años. Al perderse esta dimensión sólo queda como un instrumento para conseguir la satisfacción de nuestras necesidades materiales inmediatas. Y, paradójicamente, en Europa y China, donde no habría problemas de plata, están los índices más altos de suicidios. Es decir que el dinero es secundario y deberíamos replantearnos lo que entendemos por vocación, que significa ‘vocar’, ser llamado para ejercer algo que me dignifica a mí y mi entorno”, detalló.

La profesora fue más allá y, a la vista de los resultados de la encuesta, se preguntó: “Si las personas que contestaron afirmativamente fueran políticos, ¿qué harían? ¿Cobrarían sin trabajar...? Los políticos no salen de Marte, salen de la comunidad”.

El fin de la utopías
Frassón opinó que hay un ocio pernicioso asociado a la Administración Pública y al pensamiento de “para qué me voy a esforzar, si no voy a cambiar nada”.

“No creemos que con la actitud podamos modificar algo, estamos desencantados. Algunos piensan: ‘Si no recibo coimas, otros lo harán’. Y la culpa no es sólo de nosotros, estamos en una época marcada por el desencanto, la desconfianza, el escepticismo. Nada de lo que nos prometieron, de los grandes relatos sobre igualdad, libertad, progreso y paz se ha cumplido. Aun así debemos mejorar primero nosotros. Es preguntarse ‘quién soy’ y qué valor merece la pena que yo concrete en mi vida”, aseguró.


La responsabilidad del político
Hay quienes han intentado imponer un valor por decreto. Frassón recordó que un día en el supermercado leyó el decálogo de una cajera: debía sonreír, preguntarle al cliente cómo está, cómo fue su experiencia de compra...

“Pobre chica –adujo–. El sistema ha creado condiciones inhumanas. Te dicen: trabaje y no pida nada”.

Para que eso no ocurra, la docente cree que juega un papel importante el político, porque debería ser su misión crear las condiciones favorables para que se concrete una vocación.

“Aristóteles decía que es muy difícil ser bueno en condiciones adversas. Claro que las buenas condiciones no me hacen bueno, si no, tendríamos que decir que de todas las villas miserias salen ladrones, y sabemos que no es así: hay gente humilde buena y adinerados corruptos. Simplemente, las condiciones externas favorecen una realización”, agregó.

Para concluir, puntualizó que apuesta por la educación como valor central: “Se puede despertar conciencias; no decirle qué pensar al otro, pero sí invitarlo a que piense. A mis alumnos les digo que ellos son los únicos que pueden presentarle a alguien otros sentimientos como la solidaridad, compañerismo, justicia. Que no sean los que muestran la televisión, sino abrirse a aquello que va más allá de lo material y físico. Hay que entender que la injusticia no existe, sino el hombre injusto”.

Minoría esforzada
En el mundo laboral aún quedan mendocinos esforzados, que prefieren ganar menos pero hacer lo que les gusta. En la encuesta de la versión digital de Diario UNO son
el 44,2porciento. La profesora de Ética de la UNCuyo Alicia Frassón destacó a quienes contestaron negativamente a la oferta de recibir plata sin esfuerzo. “Cuando en la administración te atienden maravillosamente, se toma como excepción. Si se viera como un servicio, sería algo por lo que vale la pena vivir. El juez impartiría justicia, el vendedor atendería bien. No nos preguntaríamos por qué ese profesor hace clases obligado. La sociedad mejoraría”, dijo.

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