jueves, 10 de julio de 2008

El 66% dejaría a su pareja por una infidelidad


Lo reveló la encuesta digital de UNO. Para la psicología, un engaño puede perdonarse si hay voluntad. Claves para saber si es amor o enamoramiento.

El 66,2% de los encuestados por la versión digital de UNO se separaría de su pareja si descubre que hubo infidelidad. Esto plantea a su vez la pregunta de si acaso un engaño puede perdonarse. La respuesta es un rotundo “sí”, según Andrés Gottfried, master of Science en Psicología.

El profesional explicó que ante un engaño se experimentan ocho fases, similares a cualquier duelo: en las primeras cuatro etapas la noticia provoca un shock, luego siguen la negación, la cólera, y una transacción o comercio de “cómo me las arreglo ahora”. Es decir, el engañado se asombra, medita: “Esto no puede ser posible, no me está pasando a mí”, le da rabia, y se confronta a la realidad pensando: “¿Me separaré?”.
Hasta aquí priman los sentimientos bloqueantes de bronca, rencor, agresión. Algunas parejas se divorcian en este lapso, lo cual no es recomendable, pues el duelo debe pasar en quinto lugar por una depresión; más tarde la aceptación de creer que como engañado también se tuvo una responsabilidad, el buscar valor en nuevas situaciones que hagan gozar la vida y finalmente, descubrirle un sentido a la infidelidad.

Preguntar detalles de cómo fue el desliz no aporta a reconstruir una relación, más bien eleva la fantasía y los sentimientos bloqueantes.

“Les he hecho terapia a matrimonios que descubren que antes del engaño estaban distantes y deciden que no quieren seguir así”, contó el especialista.


Amor e intelecto
La clave está en la palabra “decisión”.

Gottfried explicó que el amor es una decisión intelectual.

Cuando dos personas se conocen entran en un enamoramiento, “en-amor-miento”, o sea un sentimiento mentiroso por el cual se idealiza al otro, se tapa lo negativo y se proyecta lo que uno quiere que tenga el compañero. Después vienen los reproches, la caída del ideal. Luego se integra al individuo con sus defectos y virtudes. Y al final se “decide” crear un proyecto en conjunto, que equivale al amor maduro.

Obviamente en esa opción se arrastran los afectos de la primera etapa, con el valor agregado de que se quiere el bien y se hace el bien para el amado.

En estas circunstancias cuesta entender que si se quiere bien, se incurra en engaño. Pero Gottfried esclareció que el amor también puede diluirse. La receta es volver a encontrar el apego que hubo en un principio.

Nunca hubo amor si se eligió a una persona por lo que representa y no por lo que es. Por ejemplo, por su dinero, fama, físico, estado de salud o por simple compañía. En estos casos, una enfermedad o una bancarrota desembocan en una separación.

“En la escuela de Austria donde me formé –manifestó– te enseñan que con 20 años de matrimonio necesitás 20 meses de terapia para recuperar la relación. Es que no se puede echar por la borda una historia de vida. Los que se separan suelen quedar peor: el hombre debe buscar un lugar para alojarse, pierde la convivencia con los hijos. Lo aconsejable es perdonar por un bien superior: porque él me hace bien, es un buen padre, en fin, ver los aspectos positivos. En el amor maduro uno elige al otro porque es un ser insustituible, peculiar, distintivo para mí”.

En esto, el psicólogo da garantías de que el perdón puede surgir, pues frente a un dolor el sujeto queda expuesto a reflexionar sobre cómo se está viviendo y los valores que son importantes.

Pero destacó que cuando una copa de cristal se quiebra, ni el mejor pegamento evita que al mirarla al sol se vea trizada.

“Las parejas –puntualizó– son frágiles como una copa y el sol invita a rever una relación. Si bien la trizadura está allí, la copa aún contiene el líquido y puede fundirse con fuego para que sea más bella. La clave es renunciar a la trizadura y perdonar, aunque olvidar sea imposible”.

Cuando no son compatibles

El 16,4porciento de los encuestados por UNO respondió que la incompatibilidad de caracteres es una situación que los llevaría a romper con su pareja.

El psicólogo Andrés Gottfried explicó que el miedo a que un matrimonio fracase es una constante de la actualidad porque no se cree en que la unión pueda ser eterna.

Una causa de ese escepticismo es que muchos se casan en la etapa del enamoramiento, donde priman la atracción sexual (si es alto, rubio, delgado) y la conmoción psíquica (si es familiero, trabajador, alegre). Estas cualidades se pueden encontrar en cualquier persona, por lo que hablar de amor es prematuro.

El mayor sentimiento surge cuando dos personas coinciden en que son el uno para el otro, y que a eso lo quieren acompañar con un proyecto en común.

Éste es el momento para saber si son compatibles, si tienen planeado tener o no hijos, o cómo harían para enfrentar una bancarrota.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Chilenita, me gustaria saber que opinas vos sobre los temas que tratas. Te dejo un beso y felicitaciones por tu blog, despues te muestro el mio.

chelocarubin@argentina.com