jueves, 7 de agosto de 2008

El almuerzo dominguero dejó de ser una ceremonia para muchos


Según la encuesta de UNO digital, el 60% come lo que tiene en su casa. La socióloga Graciela Cousinet señaló que el dinero y la inseguridad influyen.

Diario UNO quiso indagar en el menú dominical de los mendocinos para saber si las familias preparan algo en casa o compran la vianda.

A través de nuestra versión digital se les preguntó a los lectores ¿cómo resolvés la comida de los domingos? Hubo 1.521 respuestas, de las cuales el 60% dijo que opta por comer lo que hay en el hogar. El 15,4% acude a un delivery, el 8,2% se alista para ir a un restorán y el 16,4% prepara los bolsos para pasar un día de picnic en el Parque, la montaña o un club.

La decisión mayoritaria de “guardarse” entre cuatro paredes tiene dos causas, según la socióloga Graciela Cousinet: la falta de poder adquisitivo y la inseguridad.

“Si hay muchos miembros hay más dificultades para salir, por lo costoso. Además las personas viven cada vez más lejos del Parque o el centro, entonces transportarse es un problema y dejar la casa tantas horas sola también. Nos estamos encerrando”, expresó.

Cousinet rememoró los años en que los vecinos solían celebrar juntos el 25 de Mayo o la Navidad: “Las puertas estaban abiertas, los niños entraban y salían corriendo de las casas. Eso ahora es impensable”.

Así, el miedo a ser víctimas de la delincuencia ha alejado a muchos parientes, quienes antaño compartían largas mesas.

“La década del ’90 trajo cambios culturales. Generó pobreza, desempleo e individualismo”, explicó.

Lo positivo, según la profesional, es que en Mendoza la tradición de juntarse no se ha perdido por completo.

Aseguró que en las grandes ciudades como Buenos Aires es más común que la gente no se visite, por las distancias. Asimismo, en las capitales la gente suele vivir en departamento, por lo que un domingo prefieren salir para despejarse o pedir comida hecha porque lo que menos desean es cocinar después de gastar tantos minutos en movilizarse de un lugar a otro.

En cambio en nuestra provincia, que no es tan grande, las relaciones de amistad ocupan un lugar importante para el individuo, por lo que son muy comunes los asados en grupo.


La carne relegó a las pastas
El domingo solía ser el día de las pastas amasadas por las manos de la abuela. Fue una costumbre heredada de los inmigrantes italianos, que ha perdido terreno frente a las de otras culturas.

Será por el auge del feminismo o el escaso tiempo de las mujeres que hacen múltiples actividades, pero en lo práctico Cousinet opinó que a medida que las abuelas han ido muriendo nadie las ha remplazado con el mismo sacrificio.

“El asado es más fácil y colectivo”, recalcó. Y además monetariamente no debería ser un menú exclusivo para los más adinerados.

La licenciada cree que no puede dejarse morir la tradición de que cada familiar aporte algo, inclusive lo que iba a comer en su propia casa, con tal de que se sigan armando grandes mesas que convoquen.

El séptimo día se hizo para descansar
Según el diccionario de la Real Academia Española, domingo es sinónimo de “hacer fiesta”.

Los antecedentes históricos de la colonización de Argentina destacan la inmigración italiana como la principal influencia en las costumbres culinarias para ese día de descanso.

Independientemente del menú que se elija para esa jornada, el cual varía dependiendo del dinero o los gustos, lo que no pasa de moda es hacer una pausa los domingos. Es una costumbre criolla que hasta los inmigrantes de las últimas décadas que provienen principalmente de Asia y los países vecinos, han adoptado. Por supuesto, hay algunos que se desempeñan en un rubro que sí se desarrolla en ese día y están obligados a trabajar.

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