miércoles, 1 de octubre de 2008

El 46% considera que el trabajo le resta tiempo para la familia


A partir de los resultados de una encuesta realizada por UNO digital, una psicóloga recomienda qué hacer para equilibrar lo laboral y la vida de hogar.

Informe: Fabián Sevilla
fsevilla@diariouno.net.ar

“No hay nada más lindo que la familia unida”, decía la canción del programa Los Campanelli. Y eso sienten los lectores que respondieron a la encuesta de Diario UNO digital, quienes en su mayoría consideraron que trabajar los deja sin tiempo para estar con los suyos, lo cual parecen lamentar.

La consulta on line que buscó saber para qué cosas quita más tiempo el trabajo fue respondida por 1.838 personas. De ellas, 46% señaló “para estar con mi familia”; en segundo lugar se ubicó el 22% que consideró que les quita lo necesario para hacer deportes, un 17% para dedicarse al ocio y, en último lugar, no muy lejos con 15%, para divertirse.

Para la psicóloga especialista en violencia familiar María Inés Capmany, este resultado confirma que pese a todo la familia sigue siendo un valor y lo que se busca poner en valor. “Actualmente, ese grupo aparece como el único referente seguro que tenemos. Es el lazo seguro en cuanto a que es nuestro, por eso es lo que más culpa nos genera cuando no le dedicamos el tiempo que queremos destinarle”, señaló.

Capmany consideró que muchas veces no tiene que ver con “querer”, sino con “tener” que dedicarle, porque viene como una regla impuesta. “En eso se basa la culpa que sienten las mujeres por dejar a sus hijos para ir a trabajar, cuando en realidad van a hacerlo por y para ellos. En cambio, en el hombre esa culpa es menor, ya que socialmente está aceptado que como proveedor no tiene que estar en la casa, lo que implica que de alguna manera está proveyendo, mientras que la mujer es la educadora, por lo cual si falta está en ausencia”, dijo.

Al respecto, describió que muchas veces la mujer que no está en su casa por cuestiones laborales trata de repararlo comprándoles cosas a sus hijos. “Entran en un círculo vicioso: mientras más se gasta, más se necesita trabajar. Por ende genera más culpa, pues no se puede estar, y termina no disfrutando de su familia ni de lo que compró para ellos”, describió.

La especialista explicó que la familia que hoy se busca preservar se refiere a todos los parientes que están cerca. “No se puede hablar de árbol familiar, sino de enredadera, porque hay diversos modelos de familia. Por ende, se pone en valor el que ese grupo es donde uno siempre puede recurrir, lo seguro conocido. Por eso el vínculo familiar es lo primero que siempre se ataca o critica, porque nunca se romperá del todo”.

Destacó que en la familia se busca la contención o aceptación que a veces no se encuentra afuera. “En el ámbito familiar uno puede darse a conocer tal cual es y afuera no, aunque éste sea un grupo disfuncional. Lo sano sería que el grupo familiar pueda darse cuenta que funciona mal, porque podría cambiar”, añadió.

Existe la tendencia a creer que constantemente se debe transar entre las obligaciones laborales y la familia. Sin embargo, Capmany corrigió esa idea opinando que debería ser “permitir, no transar. Es decir, poder ejercer todos los roles que se deseen sin que eso implique quitar o poner. ¿Por qué no concebirlo como sumar?, si, en definitiva, quien trabaja lo hace porque necesita darles una mejor calidad de vida a sus hijos, por lo cual es una misión familiar. Cuando no estoy en casa porque trabajo, de alguna manera estoy”.

Hay que apostar a la calidad, no a la cantidad

Las mujeres lideran el ranking de la culpa por tener que trabajar y no dedicarle el tiempo que quieren a su familia. La psicóloga María Inés Capmany se atrevió a pasar una receta para liberar ese sentimiento: “Comenzar a poner sobre la mesa no la cantidad, sino la calidad. Una mamá feliz, tranquila, con una buena autoestima y una independencia económica, puede optimizar el tiempo con sus hijos aunque no esté con ellos todo el día”.

En cuanto a los papás, “no sienten tanta culpa por no estar, a lo sumo sí porque ven que se pierden cosas de sus hijos por tener que estar en el trabajo. Pero no genera lo que en la mujer, ya que aún hay ciertas raíces machistas que así lo imponen”.

Cuando habla de calidad, Capmany incluye la del disfrute del vínculo. “Poderme sentar con mi hijo y leerle un cuento o jugar aunque sea media hora o prestarle la oreja. Porque puedo estar presente, pero también ausente”, ejemplificó.

Consideró que se puede aprender a darle calidad al tiempo “modificando ciertos patrones que cada uno descubre que no funcionan dentro del grupo o el hogar, apostando a abrir la comunicación, apagar la televisión a la hora de comer, divertirse, disfrutar de no hacer nada en familia”. También incluye el aprendizaje para evitar los conflictos, “dejar la protesta y empezar a actuar. Optimizar el tiempo: paremos un poco, vamos al parque a tomar unos mates y solucionemos nuestros problemas”.

Muchos remplazan ese vínculo y consideran que su lugar de trabajo es su hogar y sus compañeros, su familia. Capmany señaló que “eso encarna un problema, ya que si uno así lo concibe, ¿qué ocurre el domingo o cualquier día no laboral? Se siente que uno no es, porque se queda sin vínculo, sin afectos. De ahí el alto índice de depresiones dominicales”.

Remarcó que mientras el trabajo se puede cambiar, la familia no. “Cuando los vínculos a veces se rompen, son muy difíciles de reestructurar. Es más sencillo conseguir un nuevo trabajo que reconstruir una familia, porque estamos hablando de afectos y eso es lo que hay que aprender a priorizar”, finalizó.

Lo que se lleva esa obligación

El 46porciento de 1.569 lectores consideran que el trabajo los deja sin tiempo para estar con su familia. Le siguen el deporte, el ocio y la diversión. Según la psicóloga María Inés Capmany, hay que buscar el balance para que trabajar no signifique restar y apostar a medir el tiempo en calidad y no en cantidad.

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