miércoles, 15 de octubre de 2008

El 48% se lleva mal con los cuñados


Lo revela la encuesta digital de UNO, a la que respondieron 1.433 lectores. En segundo lugar están los roces con los suegros, y después con el yerno o la nuera.

El mito de que cuesta llevarse bien con la suegra quedó en el pasado. Ahora entre las relaciones políticas están quedando mal parados los cuñados.

Así lo reveló la encuesta semanal de la versión digital de UNO, en la que 1.433 lectores respondieron a la pregunta de “¿con quién de tu familia política te resulta más difícil tratar?”.

El 48,7% contestó que el hermano o la hermana de su pareja es la persona con quien mantiene la relación menos cordial dentro de la familia política. En segundo lugar, el 44,2% se nota alejado de su suegra, y el 7,1% no tiene el mejor “diálogo” con su yerno o nuera.

Para entender por qué es difícil tener una relación armoniosa con los parientes políticos, el psicólogo Andrés Gottfried explicó que el principal choque se produce por los valores que cada parte trae arraigados.

Detalló que la familia es un sistema organizado, en el que sus miembros están unidos por relaciones de alianza (amor, respeto) y consanguinidad. Ellos sustentan un modo particular de sentir, pensar y actuar.

El nuevo integrante no tiene esa alianza con cada uno de los parientes, sino con la pareja que eligió. Entonces si no posee los mismos valores, puede colisionar.

Asimismo, la personalidad del extraño que se suma a la familia puede entrar en choque porque no quiera amoldarse a las reglas de ese clan.

En un escenario así, la nuera se pelea con su cuñada y con la suegra, mientras el novio queda al medio sin saber a quién apoyar.

Gottfried cree que en estos casos debe primar el criterio.

“El hijo no debe ponerse del lado de nadie, si no se generan partidismos. Debe tratar de conciliar, calmar, para que no haya ruptura del vínculo. Bajar la agresión, después reflexionar y con madurez tomar lo que sea mejor para todos y el bien común”, aconsejó.


Conflictos puntuales
A grandes rasgos, quienes mantienen una relación familiar disfuncional no poseen una personalidad sana, pues no saben adaptarse y tolerar a los otros.

En el caso de no conciliar con los cuñados, Gottfried cree que puede deberse a una mala relación entre los hermanos, pues si alguien no quiere a su consanguíneo, menos aceptará a su pareja. Es cuando aparecen los celos, la competitividad y las comparaciones.

Y si la suegra es el problema, es común que se deba a que padres e hijos no se respeten sus espacios.

Hay madres protectoras que se entrometen en las decisiones de la pareja. Esto porque si su hijo se casó a los 18, la paternidad sigue activa y se creen con derecho a sugerir más. Pero si el matrimonio tiene más de 26, es hora de poner límites claros.

Lo importante es cómo se dicen las cosas. “No afecta el contenido de lo que se dice, sino el modo como se comunica”, manifestó Gottfried.

“La idea es que los conflictos y la agresión sean reconocidos, interpretados y resueltos, ya que es conveniente para que todos se lleven bien y disfruten de buenos encuentros”, agregó.

Claves para la convivencia

Pertenecer de un día para otro a una familia política es un gran desafío, pues si el nuevo integrante es rechazado, no podrá comportarse de forma auténtica y en definitiva no se sentirá realizado.

El psicólogo Andrés Gottfried asegura que hay cuatro claves que motivan al hombre y es necesario ponerlas en práctica cuando se conoce a los futuros parientes.

En primer lugar sentir que la familia de la pareja brinda apoyo, protección, seguridad y espacio. A este punto se le llama “poder ser”, y le da a la persona la confianza básica.

La segunda clave es “poder vivir”, o sea sentir por parte de todos los miembros que hay cercanía, dedicación, afecto, fluidez y agrado por vivir en ese mundo.

En tercer lugar, “poder ser uno mismo”, que se refiere a que el individuo debe descubrirse, apreciarse, aceptarse, definirse, ser fiel a sí mismo y auténtico.

Y por último, “poder descubrir sentido”, que es igual a realizarse, experimentar alegría y hallar motivos para seguir viviendo en ese mundo.

Cada una de estas claves se pueden trabajar teniendo en cuenta que los vínculos deben basarse en el amor, diálogo, tolerancia, capacidad de resolver problemas, regular las distancias de las relaciones, una preocupación recíproca y especialmente, respetar a los mayores y que las preguntas y respuestas sean claras.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo odio al irresponsable de mi cuñado.