El 58% tuvo una pareja con celos enfermizos

Lo indica la encuesta de la versión digital de UNO. Una de las causas es la baja autoestima. Un sano consejo es descubrir las capacidades y virtudes.

En diversas páginas de internet hay historias de celos enfermizos como el de una mujer que cuenta que su marido le revisa el celular, no le permite maquillarse y hasta se fija en su ropa interior. Otra escritora anónima, en www.minutouno.com, dice que le da celos que su pareja mire chicas atractivas, incluso las que aparecen en televisión. Y hay un matrimonio que confiesa que después de un viaje en que ambos han estado distanciados, cuando se reencuentran se inspeccionan minuciosamente las partes íntimas creyendo que así descubrirán si hubo infidelidad.

Casos así han experimentado el 58% de los que respondieron la encuesta semanal de la versión digital de UNO sobre si “¿tuviste una pareja con celos enfermizos?”.

De 1.544 respuestas, sólo el 42% aseguró que sus relaciones han transcurrido en paz y sin “escenitas”.

El psicólogo Andrés Gottfried explica que el factor desencadenante de los celos es la baja autoestima.

Los celos implican una relación triangular entre una persona, su pareja y un tercero que es visto como una amenaza. Su objetivo es poseer al otro y excluir al rival.

El celoso tiene falta de seguridad interior, desconoce sus capacidades y virtudes, es alguien que ha recibido continuas críticas que le han hecho perder confianza en sí mismo, posee pensamientos pesimistas (de creer que el otro es mejor, tiene más dinero o una personalidad más atractiva), y posiblemente tuvo dificultades en la infancia en su relación con los padres, como la falta de afecto.

Gottfried afirma que el amor de los progenitores es la primera experiencia de relación que se tiene, entonces si de ellos se recibe estimulación y aceptación, es más fácil que el hijo se sienta capaz, y esa estima lo ayude a confiar en él y en los demás.

Pero también están las personas que tienen miedo a que les hagan lo que ellos hacen, como el infiel. A esto se le llama temor a la represalia.

Además hay estudios que comparan a los que padecen celotipia (cuando los celos son en extremo) con los que deliran, quienes podrían tener un factor genético de por medio, como familiares con esquizofrenia.

Consejos de un profesional

El celoso tiene una constante vivencia de pérdida, miedo, intranquilidad y se encierra (sólo piensa en lo que hace el otro).

El primer paso para superar esto es encontrar seguridad interior, conocer las capacidades, valorarse y hacer que la pareja tenga una vivencia única de amor.

“La dependencia es cuando se cree que el otro tiene algo valioso que yo no tengo. Hay necesidad de recibir afecto en vez de dar. Sin embargo, el amor tiene que ver con tomar iniciativa, de llamar al otro, escucharlo y preguntarle en qué puedo hacerle bien”, asegura el especialista 

Por su parte, el individuo que es celado también sufre porque lo controlan, manejan sus decisiones, le falta libertad y se siente criticado. Quienes tienen un compañero autoritario y dominante además se aíslan.

Para cortar con este círculo vicioso es trascendental que se dialogue y si la relación se termina dejar bien claro el corte, sin dar esperanzas ni lugar a dudas.

Algunos deben pedir permiso

Dentro de los celos enfermizos están las parejas que no permiten que el otro salga solo.

El psicólogo Andrés Gottfried explica que es sano que cada uno tenga su espacio personal, pero cuando la mujer o el hombre insiste en salir por ejemplo a bailar solo continuamente es un síntoma de alerta.

“Detrás de una conducta hay una intención, un sentido y una búsqueda. Puede que el motivo de salir sea llamar la atención, por lo cual es imperante que haya un diálogo y un acuerdo”, manifiesta.

En un principio estos llamados de atención y celos pueden ser formas de afecto, pero después pueden perjudicar la convivencia.

 Shakespeare habló de celos en Otelo

Nunca le he dado motivo”, le dice Desdémona a su amiga Emilia. Y ella le contesta que los celos son porque sí, un monstruo que surge de su propia entraña y se engendra.