jueves, 14 de mayo de 2009

Las peleas en las casas son por las tareas


Así lo revela la encuesta de la versión digital de UNO, respondida por más de 2.900 lectores. Les siguen las discusiones por el criterio para usar la plata.
“Hay días que trabajo hasta diez horas y al llegar a mi casa mi familia espera que haga de comer. Si digo que no, mi marido se enoja y terminamos peleando”, cuenta contrariada Analía, profesora de Lengua y madre de tres hijos mientras se queja por las demoras en la cola del banco.

La situación que relata Analía de forma circunstancial a una amiga es para muchos mendocinos similar. Por lo menos así lo refleja la encuesta semanal propuesta por Diario UNO en su versión digital.

Entre 2.919 participantes de la consulta sobre qué motiva las discusiones dentro del hogar, el 36,7% contestó que las peleas se originan por la distribución de las tareas, seguido muy de cerca por las controversias en torno al uso del dinero, con el 31,55%.

Lejísimos quedaron las disputas por el uso del control remoto o por la privacidad con el 18,7% y 13,5% respectivamente.

Y no es casual que más del 60% de los lectores se hayan inclinado por las peleas referidas a quién hace qué dentro del hogar y por el dinero. Ambas cosas tienen explicaciones arraigadas en la naturaleza ancestral del ser humano, que por el momento son muy difíciles de superar en pleno siglo XXI.

Claudia Anzorena, socióloga, explicó que “dentro de la familia todavía se asume que la mujer debe cumplir con las tareas del hogar, a pesar de que la mayoría de ellas salen a trabajar y hacen un aporte económico a la familia”.

También es importante distinguir entre quién es el responsable y quién hace las tareas, porque puede ocurrir que el esposo o los hijos ayuden en la preparación de la comida, la limpieza, etcétera. Pero aun así, sigue siendo la mujer la responsable de que todo eso se haga. Entonces hay delegación de tareas, pero no una distribución de las responsabilidades. Es la fémina quien contrata a la niñera, quien decide qué comprar en el súper. Es decir, sale a trabajar pero debe dejar todo organizado. Todo esto no lo hace el hombre.

En el tren de seguir descubriendo por qué algunos esposos ayudan en las tareas hogareñas pero aún lo sienten como algo extraordinario a su naturaleza se suma el psicólogo Andrés Gottfried.

Para este profesional, a través de los años el espacio que ganaron las mujeres en el ámbito profesional dejó vacante el espacio dentro del hogar. “Por eso es necesario reestructurar esa organización, porque el tiempo dedicado a la formación de los hijos y la administración de la casa es fundamental para el desarrollo humano”.

Revisar los roles de cada uno
El análisis de Gottfried nos lleva a otro aspecto de la cuestión, la valorización de la maternidad. “ Habría que rever la situación de la maternidad, preguntarse si vale la pena salir a trabajar, qué costos de vida ,qué dejamos de atender por la profesión, tanto en el caso de la madre como del padre, porque dejar a los hijos con otros, abuelos, empleados, les trae problemas a los niños, para expresarse afectivamente, para respetar límites”, detalló.

Sobre este punto, Claudia Anzorena ensayó una respuesta posible: “En la medida que la crianza de los chicos siga siendo una responsabilidad individual y no social no podrá superarse este esquema. Toda la sociedad debe hacerse cargo de la crianza de los niños”.

El valor del trabajo en casa Numerosos estudios de la sociología moderna han demostrado que el valor económico de las tareas hogareñas es impagable.

Según Anzorena, “está comprobado que el trabajo doméstico ayuda muchísimo a reproducir el sistema capitalista. Porque si una empresa o el mismo Estado tuviera que pagar lo que hace una mujer, no podría solventarlo. El aporte a la economía global es enorme, es un capital intangible por supuesto, pero de otra forma no habría manera de asegurar el crecimiento de las futuras generaciones. Por eso debe ser valorizado socialmente este trabajo de la mujer”.

Tener dinero es tener poder Otro tema recurrente de las discusiones familiares es el dinero. Y hasta el momento ningún especialista en terapia de pareja, gurú, adivino o sacerdote parece tener un remedio definitivo para superar la discordia por la plata.

Algunos matrimonios se inclinan por dejar que cada miembro utilice el sueldo como quiera, obviamente haciéndose cargo de algunos gastos de la casa. Otros hacen un fondo común y de esa caja sale todo.

Pero aun así las divergencias nunca faltan.

¿Por qué? “Porque el dinero es un bien y quien lo gana tiene poder”, dice Andrés Gottfried. Y sigue: “El que tiene dinero decide qué hacer. Si uno de los dos gana más, el otro se siente desvalorizado. Pero todo depende de la subjetividad de cada pareja, y esto se articula con la autoestima de cada uno. Acá lo más importante es el amor. Cuando una persona ama a la otra quiere su bienestar, y si tiene que renunciar a algo, lo hace. No hay que olvidarse del amor”.

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